lunes, 27 de diciembre de 2010

Por todos nosotros.

Y escapó. Escapó de aquel lugar que la atormentaba, que no la dejaba vivir. Aquel siniestro lugar, lleno de tapices que la miraban expectantes, esperando cualquier mínimo fallo para tragarsela y no dejarla salir jamás. Por eso caminó y caminó por aquel interminable pasillo, a la espera de encontrar alguna ventana abierta para poder escapar por fin de allí. Sin embargo, la suerte no estaba de su lado. Porque cuando por fin, después de un rato increíblemente largo, vio una ventana abierta, alguien la paró.
-¿A dónde vas?- Le preguntó una tranquila pero firme voz de mujer.
-¿A tí qué te importa? No es tu problema.- Protestó la chica. Todo el tiempo que estaba perdiendo con ella era demasiado valioso.
-¿Vas a escapar? ¿Ya? Sí que has aguantado poco. Cuando te ví la primera vez, pensé que eras un poco más... valiente. La verdad, te has rendido a la primera. ¿Siempre haces eso? ¿Siempre te rindes en la primera ocasión? Te van a pasar muchas más cosas desagradables, y la solución no es escapar. La solución es afrontarlo todo, con valor. Así es como debes mostrarte.
-¿Y si no quiero? Aquí solo sufro, aquí...- Sin terminar la frase, se echó a llorar sobre el hombro de la joven. -No puedo, no puedo...- Sollozaba, mientras la otra le colocaba la mano en el hombro, alentadora.
-Debes hacerlo. Por tí, por mí, por esa chica rubia que se preocupó esta mañana por tí, por ese chico que no hace más que meterse contigo. Debes hacerlo por todos nosotros. No escapes. Afróntalo.-

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