domingo, 23 de enero de 2011

Me pregunto quien me escucha al otro lado.

¿Hola? ¿Hola? ¿Hay alguien? Me he perdido señor, ¿me podría indicar el camino? ¿Cómo? ¿Que no estoy en ninguna parte? Debo de estar soñando... Espera, veo algo. Es rojo... y azul. Deberían hacerme daño, son dos colores que me traen recuerdos desagradables. Pero no me hacen daño, me son indiferentes. Todo me es indiferente. Pero no es como otros días... porque hoy creo... que estoy muerta. Y eso nunca lo había creído antes. Es como si tuviéramos dos corazones: uno el que bombea la sangre, otro el que siente, el que tiene emociones. Y es como... si una daga hubiera dado de lleno en este segundo corazón, matándolo. Y sabes lo que pasa cuando pierdes algo, ¿no? Que llega el dolor, la soledad... de eso que te falta. He pasado por ese dolor, he querido ahogarme en lágrimas y gritarle al mundo entero hasta quedarme afónica. Sin embargo... hoy no siento nada. No siento felicidad, compasión, pena, ni siquiera miedo o dolor, como antes. No siento nada. Estoy... ¿muerta? Pero no tengo paz interior, porque no siento nada. Los recuerdos me embotan la cabeza, intentan que me vuelva loca, pero no lo consiguen, porque todo hoy me es indiferente. Porque estoy escribiendo un echo, no un sentimiento. Porque al apuñalarme al segundo corazón me han matado todas las emociones, todos los sentimientos, eso que caracterizaban al ser humano. Ahora no soy mucho más que una simple máquina, de esas frías. Podría caer un meteorito, podría matarlos a todos, que yo no sentiría pena, porque no puedo, porque estoy muerta, o porque no siento nada. Porque la gente llora a mi alrededor, porque todos me ven, pero no me sienten, porque no hay nada que sentir. Y ahora os digo desde el otro lado: ¿Ahora lloráis? ¿Ahora que me habéis matado? ¿No es esto lo que queríais? ¡Haberoslo pensado! Pero no hay odio ni rencor en estas líneas. Creo que ya te lo dije, pero...
Estoy muerta, porque no siento nada.

No hay comentarios:

Publicar un comentario