viernes, 7 de enero de 2011

Dejando el zapato de cristal en una esquina.

Vuelves a casa. Los tacones te hacen daño en los pies, la falda que te pusiste te aprieta la cadera. Estás cansada. Dejas el zapato de cristan en una esquina, el otro lo ''perdiste'' con tu número de móvil dentro por alguna calle de la ciudad. El larguísimo pelo te da calor, la blusa también, que se te pega al cuerpo como una segunda piel, y llevas una botella de whisky del 50 en la mano. Te lavas la cara con agua que se vuelve negra al pasar por todo el maquillaje que llevas. Hoy tampoco ha habido suerte, hoy tampoco has encontrado al príncipie azul. Tienes los pies y la cadera destrozados, un zapato que ya no te sirve de nada, el pelo tan largo te incomoda, la blusa da sensación de axfisia, y por si fuera poco te has gastado mucho en el whisky, que solo ha destrozado aún más el hígado a tí y a aquel tipo que parecía un buen partido, pero que no lo era. Pero mañana volverás a ponerte todo esto, a la espera de estar deslumbrante cuando tu querido príncipe llegue.
Se abre la puerta, aparece tu hermana, que es una viva imagen de tí. Se podría decir que sois gemelas idénticas. Y aparece, con unos vaqueros de su talla, no como tu falda que era más pequeña para parecer más delgada. Lleva también un par de botas bastante cómodas, una camiseta holgada y poco maquillaje, el pelo le llega un poco más abajo de los hombros. Sonríe, con una sonrisa de oreja a oreja, y lleva el móvil en la mano, seguramente acaba de hacer alguna llamada a alguna amiga suya para quedar al día siguiente. Hoy no se ha gastado nada de dinero, simplemente ha estado dando un paseo con unas amigas, donde ha conocido a un chico muy simpático.
Sabes quién es él, lo has visto mientras ibas a un bar de alguna calle principal, pero no te has fijado mucho en él, solo lo justo para darte cuenta de que es un chico normalito, nada interesante. Pero al parecer, ha conseguido que tu hermana se lo pase muy bien. Tú sólo has bebido de algo que debía estar buenísimo, pero estabas tan ocupada en hacerle caso al tipo con el que estabas que ni siquiera te has dado cuenta. Observas a tu hermana caminar, va cómoda con todo, conoce mucha gente, es feliz.
Y por primera vez te preguntas si existe el príncipe azul que llevas tiempo buscando.

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